Estado de Sonora [México 2009-2018]

Cine

Hero

2013-10-22T22:30:00-07:00 Martes 22 de Octubre, 2013. 22:30Hrs.
- Café Puerto Viejo - Puerto Peñasco

Detalle del evento

El Cine Club Primera Toma, A.C. e ITSPPCineClub de la Red de cineclubes de Sonora

Presentaremos este:

Martes, 22 de octubre

 A las 8:30 p.m.

En el Café Puerto Viejo la película:

"Hero" (Dir. Zhang Yimou. China, 2002).

Ven a vivir esta experiencia de ver este filme juntos. Hagamos cineclub.


Buscando la belleza y la poesía visual


Crítica por David Garrido (www.labutaca.net)

Sería relativamente sencillo despachar la última película de Zhang Yimou en función del enorme lastre que supone tener a las espaldas una película como "Tigre y Dragón". Sencillo y errado. Porque a pesar de que sería una necedad negar la más que obvia influencia de una sobre otra, hasta tal punto que "Hero" difícilmente hubiera llegado a existir si no estuviera precedida del enorme éxito de la película de Ang Lee, y que ambas comparten, entre otras muchas cosas, género y estilo formal, los objetivos y los resultados de una y otra difieren bastante. Así, mientras la película de Lee contaba una historia lineal en la que la forma y el fondo de lo que se narraba cobraban la misma importancia, a Yimou le interesa más la estética y la indudable belleza y fuerza visual de lo que está contando que la historia en sí, lo que desmarca mucho su obra, aunque no tan-to como le gustaría, de "Tigre y Dragón".

"Hero" tiene, a pesar de su enrevesada forma de narrar la historia, una trama bastante simple que parte de un hecho histórico (la unificación de los siete reinos de China por el primer Emperador, el rey de Qin) para situarse en la más absoluta fantasía inspirada en una de las muchas leyendas que surgieron de aquel momento: el intento de tres pode-rosos guerreros de asesinar a dicho Rey antes de que llevara a cabo su visión. Una historia que, con tintes mucho más realistas y en una clave completamente distinta, ya nos había contado Chen Kaige en su película "El Emperador y el Asesino". Yimou utiliza un recurso poco original, pero aún efectivo, para contar la historia: un día aparece un hombre con las armas de los tres asesinos y cuenta al Rey cómo ha conseguido vencerles a todos. Por supuesto, la historia estará plagada de medias verdades y engaños evidentes, por lo que los mismos hechos serán narrados una y otra vez, algo que Yimou aprovecha para homenajear abiertamente una de sus películas favoritas, "Rashomon" del maestro Akira Kurosawa. A cada nueva visión de los hechos que se presenta al espectador, el color del vestuario de los personajes cambia aparatosamente, simbolizando tanto estados de ánimo de los mismos como cercanía de los hechos con la verdad que se despliega poco a poco según la película va desarrollándose. Una idea interesante que da su juego.

Desde ya hay que dejar bien clara una cosa: hay dos maneras de acercarse a ver "Hero" y según que el espectador opte por una de estas dos formas disfrutará más o menos de la sugerente oferta de Yimou. Por un lado, uno puede centrar su atención en la trama de la película y no dejarse embelesar por el despliegue visual del que hace gala el realizador chino, con lo que probable-mente puede acabar un tanto hastiado de tanto combate aparatoso, saltos imposibles, duelos a espada que no despeinan ni provocan sangre y hasta puede que les entre cierta indisimulada risa nerviosa ante algunas secuencias de una obra en la que Yimou bordea peligrosamente el ridículo en su afán de conseguir una brillante poesía visual que disimule los muchos defectos narrativos del guion de la película. Argumentarán, no sin cierta razón, que "Hero" es una película sin sentido de la mesura, desequilibrada y demasiado reiterativa que además defiende una postura política (hay que hacer la guerra para asegurar la paz y permitir que un tirano viva y unifique ese imperio por el bien futuro de sus habitantes, hasta el punto del propio sacrificio) que, cuanto menos, es bastante cuestionable y más en estos tiempos que corren.

Todo ello es absolutamente cierto y defendible y no seré yo quien le niegue falta de argumentos a los muchos detractores que, estoy seguro, le saldrán a la película. Pero hay otra opción, que con-siste en ver "Hero" con los ojos que uno miraría un cuadro o cualquier otra obra de arte, olvidándose un poco de todo lo anteriormente dicho y dejándose llevar por completo por la maravillosa poesía de la película, emocionarse con los actos des-garrados de los personajes más allá de su credibilidad o sentir cómo Yimou, en su búsqueda de la belleza, ha sublimado todos los aspectos de la obra en función de esa estética apabullante, hermosa y arrebatadora que convierte a "Hero" en un espectáculo de tal calibre que dudo mucho que deje a nadie absolutamente indiferente.

Soy perfectamente consciente de que quizás estoy pidiendo demasiado y les confieso que yo mismo, durante la proyección de la película, pasé con más facilidad de la acostumbrada de una a otra postura, y, cuando eso sucede, generalmente tiene que ver con un desequilibrio fatal que condena la obra. Pero también he de reconocer que, mientras escribo estas líneas, cobran mucha más importancia en mi recuerdo algunas de las más bellas y seductoras escenas e imágenes de la película, de gran atrevimiento y complejidad, que la rechazable moraleja de la historia o los defectos de un guion que sospecho que al propio director le importa bastante poco y no es sino una excusa para poner en pie una película de insólita libertad creadora que cautiva gracias a su inmensa capacidad de seducción.

Así, la primera secuencia de pelea, la de Cielo y Sin Nombre en el local de juego bajo una constante lluvia, es una asombrosa e imaginativa coreografía llena de épica y que parece hasta seguir una ceremonia ritual de gran belleza; tiene una inmensa fuerza el ataque del ejército del Rey a la escuela de caligrafía (qué hermosa idea, asociar el dominio de la caligrafía con el de la espada: ya aparecía en "Tigre y Dragón", pero aquí se desarrolla plenamente) con una lluvia de flechas; y estremece el abigarrado combate entre las dos mujeres de Espada Rota (una vez más la joven Zhang Ziyi desatando su salvajismo emocional contra una guerrera más experimentada), enfrentándose entre el amarillo de multitud de hojas otoñales que contrastan con el rojo intenso de sus ropajes... Y así una secuencia tras otra, todas con un sentido de la composición siempre pictórico, algunas bastante complicadas de aceptar para el ojo occidental (la poética escena sobre el lago provocó en la sala no pocas risas) pero siempre con elegantes detalles de buen cine que arropan una película de aventuras nada convencional que puede llegar a empalagar, sin du-da, pero que ofrece un espectáculo visual muy por encima de lo habitual.

Como dije antes, es sencillo destacar los defectos de "Hero", ya sea por comparación con la más equilibrada "Tigre y Dragón" o por sus propios deméritos, entre los cuales destaca la insuficiente construcción de los personajes de los dos amantes que interpretan Tony Leung y Maggie Cheung cuya búsqueda continua del amor verdadero (y lo que implica de sacrificio personal) lleva a una sucesión de hechos poco convincentes en el tramo final de la obra, que sin duda exasperará a más de uno. Pero yo prefiero quedarme con las innegables virtudes de una película que a ratos me mantuvo terriblemente fascinado y seducido. En una obra donde los colores, la evocadora música de Tan Dun (casi una continuación de su trabajo anterior en "Tigre y Dragón"), la coreografía y la exquisita fotografía de un maestro de la imagen como es el gran Christopher Doyle no sólo ayudan a contar la película sino que son en sí mismos el alma de la película, creo que "Hero" consiguió conmigo el objetivo perseguido: que descubriera la belleza que hay en ella.

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